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Mostrando entradas de 2019

Cuento de Navidad

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Mateo Marín tiene 89 años y lleva muchos esperando ansioso la llegada de la parca. Los últimos 12 años han pasado como pasa el otoño, como un suspiro. Desde que perdió a su amada Adèle la vida ya no es lo mismo para él y, además, el alzheimer ha acabado con todos los recuerdos que habían construido juntos.  Unos ojos color azul celeste sin expresión, unas manos ya arrugadas por el paso del tiempo, una alianza de oro blanco con una inscripción: "Toujours à toi, mon amour". Mateo se ha convertido en la viva imagen del Señor Scrooge. Nadie consigue hacerle reír o que tenga un gesto de cariño. No recuerda cuánto le gustaba la Navidad y cómo la celebraban todos juntos. Tampoco recuerda la tradición de poner el árbol el día 21. Y lo que más duele, no recuerda la sonrisa que esbozaba Adèle cuando lo veía cabreado porque los niños corrían de un lado a otro decorando y gritando. 21 de diciembre de 2019. Se escuchan niños jugando, hay un bebé llorando porque, se

La estrella Michelin del periodismo

Un chef de tres estrellas Michelin prepara la mise en place a diario para elaborar el mejor de sus platos: verduras cortadas en brunoise , sal, aceite, sartenes, el sifón. Podemos decir que la labor del periodista es bastante parecida. El columnista prepara su mise en place de la misma manera que el chef. En vez de verduras, ollas y demás, el profesional prepara su portátil, cargador, bloc de notas, bolígrafo. La columna es como ese plato que conlleva una gran preparación, como ese plato de final de concurso de cocina. Algo que puedes llevar mucho tiempo preparando o que, simplemente, te sale en media hora porque "se nota el que tiene un alma creativa". El resultado puede gustar a todos o no. Puedes sacar mucha mierda de otros e incluso joderle el desayuno a alguien. La columna es ese texto en el que vemos el alma del columnista. Una mirada a su pensamiento y gracias al cual podemos conocer su opinión. Unas veces nos puede gustar más y otras menos, como cualquie

Natividad Ramírez, la melodía más dulce

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Se escucha el ensordecedor sonido de un violín. La orquesta empieza a acompañarlo. Más violines. Pitido. No se escucha otra cosa. El Invierno de Vivaldi acompaña esta fría tarde de viernes en Jaén. El termómetro apenas roza los 12 grados, hace viento. La multitud corre de un lado a otro. El ritmo de la pieza aumenta. Hay un niño que le ruega a su madre entrar en la tienda de juguetes que hay en la esquina. Parece que está llorando, pero el sonido del solo de violín lo acapara todo. Se nota que se acerca la navidad, las luces ya se empiezan a ver preparadas para dar luz y color a la ciudad en los próximos meses.  De repente, los violines paran. Silencio. El auricular del que provenía la melodía está ya guardado. La protagonista llega enfundada en un chaquetón color mostaza con un gorro de pelo. Sí, hace frío. La terraza de la cafetería está abarrotada de gente que está en la sobremesa o que, simplemente, ha quedado para tomar un café. Es su sitio favorito para desconecta