Blanco, negro y gris

 

La idea de meter en un aula a un grupo de universitarios para escuchar una charla deja mucho que desear. Quizás sea la hora, madrugar no ayuda y quedarse hasta tarde tampoco. O, simplemente, que se nota que el cuatrimestre está llegando a su fin. Quizás ya estamos cansados de escuchar lo mal que nos va a ir.

El hecho de que estemos en la Facultad de Comunicación hace de esta realidad algo preocupante. Esta vez ha sido el turno de Pedro Simón, pero muchos otros ya habían estado en su posición, en esa misma postura. Unos dicen blanco, otros negro. Unos dicen izquierda, otros derecha. Muy pocos hablan de la escala de grises o del centro. Llega un momento en el que nuestras cabezas están saturadas y liadas por la cantidad de información y consejos que nos dan.

Las anécdotas siempre corren como la pólvora. A veces generan risas, otras veces no. Los ponentes (o amigos como dicen ellos) hablan sobre su experiencia, sobre su carrera, sobre el futuro de la prensa. Algunos muy rotundos condenan el futuro, mientras que otros dan mensajes alentadores y nos animan a seguir nuestro instinto. Supongo que eso va con la personalidad de cada uno. En este caso, el mensaje es a favor y se agradece una voz amiga diciendo que todo va a ir bien, porque en ocasiones solo necesitamos eso: una palmadita en la espalda diciendo que no nos preocupemos. A veces somos muy básicos.

Escribir una columna es algo complejo. Podría ser el resumen de la charla que ocupa el día de hoy. Pedro Simón lo tiene claro y afirma tener que conocer a la perfección el tema que se va a tratar. La gente que va a leerte tiene que sentir que eres experto y que tienes una opinión clara que ofrecer al mundo. Me doy cuenta de lo complicado del tema cuando estoy intentado hacerlo, así va esto ¿no?

Cuando mandas a un alumno a realizar algo que no sabe cómo hacer, que no conoce a la perfección, es muy jodido. Créeme, mucho. Copiar y copiar palabra por palabra. Todo te puede servir. No es así. Estos encuentros muchas veces son la base de un trabajo, una práctica que te puede salvar el cuatrimestre. ¿Y si la asistencia a estos encuentros fuera únicamente placentera? No sé, es algo que se me ha pasado por la cabeza, quizás es una idea descabellada

"La universidad tiene que pasar por ti, dejarte huella". Esta frase es una de las que más nos repiten en los primeros cursos de la carrera. Entonces las charlas tienen otro tono, estamos muy impresionados con los famosos periodistas que los profesores nos traen. Ahora, ya más adelante, la mayor preocupación es llegar a tiempo a la entrega de un trabajo. Aunque también sigue habiendo emoción en tus ojos cuando ves a alguien que ha conseguido llegar ahí, a tu meta.

La rutina continua, los amigos invitados van a seguir acudiendo y espero que los mensajes cada vez se unifiquen más hacia el lado positivo de la balanza, porque suficiente es que vivimos en una sociedad en la que nos ponemos las metas bien altas y somos muy autoexigentes durante el camino. Y es que no todo en la vida tiene que ser blanco o negro, el gris combina con todo muy bien.

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