Historia de una déjà-vu

 

Mariano tiene 84 años y está harto. Se ha pasado la vida trabajando y votando sin parar. El frío no le frena. Se enfunda en su gabardina color marrón y sale dispuesto de ese portal número 26. Hace viento y el cielo está encapotado. Podría ser cualquier día de invierno, pero no lo es. Hoy la ciudad se pinta de tonos salmón y blanco, los colores de los sobres que Mariano lleva en el bolsillo.

— No voy a votar. Si total, me voy a quedar igual que estoy.  Eufrasio tiene 92 años y este año no vota.

El colegio electoral está vacío. Solo se ven unas piernas asomar por la cortina de la cabina de votación. Son las 10:15. Se escucha el golpear del bastón contra el suelo blanco de mármol. "Buenos días, ¿me da su DNI?". Las grandes urnas aún están medio vacías y los sobres caen en ellas como las hojas de los árboles en otoño. Las manos arrugadas por el paso del tiempo, las ojeras propias del cansancio y la respiración agitada por el esfuerzo de haber bajado la calle llenan el silencio de vuelta.

6 kilómetros de distancia. 10 minutos en coche.

Las porterías, el marcador y los futbolistas han dejado paso a las mesas, las urnas y los votantes. Daniel cumplió 18 años en agosto. Viene mucho a La Salobreja para hacer deporte, pero nunca había venido tan nervioso. Le acompañan sus padres, hermana y abuelos. Es la primera vez que va a votar y ha estado estos últimos días muy indeciso. Los nervios le acompañan hasta detrás de la cortina.

—Le encanta la política. Lleva toda la semana investigando y leyendo.

Las líneas del terreno de juego le reciben. Todos los nervios que ha pasado se han esfumado, su familia lo observa orgullosa. Las risas y comentarios lo reciben tras depositar su primer voto. "Ya eres todo un hombre", se escucha entre risas a su hermana.

Una señora mayor entra al pabellón con sus mejores galas. Hace contraste con el ambiente. Sus uñas color granate destacan sobre el papel blanco del sobre. Alguien le pregunta que si ha votado ya y que si lo ha hecho con "b" o con "v". "Yo no sé, lo que me hayan dado mis hijos". Es el claro ejemplo de la otra España, la que ha vivido otra época.

Diferentes historias, diferentes pensamientos y diferentes edades. A pesar de ser domingo los colegios están repletos. Los chaquetones han llenado las calles que ya están adornadas con las luces de navidad; los puestos de castañas y los de churros crean un aroma que está siendo uno de los protagonistas de la jornada electoral. La incertidumbre está presente y se respira. Son las 14:00. Aún queda mucho día y mucha noche, noche en la que Mariano y Daniel estarán pendientes de ver si su voto ha resultado útil.

 

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